Es urgente que el Gobierno Nacional incluya en el Plan de Desarrollo un artículo que permita subsidiar el transporte masivo en todo el país que está en crisis. Porque no es solo Bogotá, si repasamos la situación de Bucaramanga, Cali, Pereira
Hoy están quebrados varios sistemas de transporte y se requiere la intervención urgente del Gobierno nacional. Esa discusión hay que darla.
Las cifras oficiales de la Administración Distrital muestran, basados en los giros que se han hecho, que las tarifas de remuneración a los operadores troncales y zonales en Bogotá se han incrementado de un 30 a un 40 por ciento. Para quienes no saben, esos giros se actualizan con base en las variables de la canasta de costos que incluye combustibles, salarios y otros gastos.
La evidencia de que los aumentos son una necesidad es que la tarifa técnica (lo que cuesta mover un pasajero) de los buses rojos ha sido de 2.168 y la de los buses azules de 2.573, muy lejos del valor que se cobra a los usuarios.
En Bogotá, A pesar de los aumentos necesarios que se han hecho, Bogotá está incluso por debajo de las tarifas de transporte de otras ciudades. El Metrolinea y el bus urbano de Bucaramanga está en 2.450 pesos, el Transcaribe de Cartagena en 2.500 y en Barranquilla el Transmetro cobra 2.400 pesos los domingos y Festivos.
Es un tema de responsabilidad con la ciudad, porque no podemos aumentar el déficit del sistema. No aumentar la tarifa de manera anual y gradual, llevaría a incrementar el déficit del fondo que sostiene al Sistema en 130.000 millones de pesos, según los estudios técnicos de TransMilenio.
Es importante que recordemos que el gobierno de Enrique Peñalosa recibió el transporte en rines y en crisis y que ha actuado responsablemente autorizando los aumentos anuales de la tarifa, y no con irresponsabilidad populista, como el hizo Gustavo Petro, que no solo no aumentó los pasajes sino que los bajó y benefició a quienes no necesitaban subsidios.
Y los organismos de control han guardado silencio. Y mientras tanto Bogotá asumió el hueco financiero que abrieron con sus decisiones populistas, con su falta de planeación, con su irresponsabilidad, los gobiernos de Samuel Moreno y Gustavo Petro.
No podemos seguir ignorando que hay concesionarios en quiebra, y que ya es hora de que dejemos de satanizar el transporte público de la ciudad representado en TransMilenio, que gobiernos anteriores llevaron al nivel de postración en que lo encontró el actual Gobierno.
Y en Bogotá, hay que recordar que el transporte público les pertenece a los bogotanos no al alcalde de turno. Ya es hora de que dejemos de señalar que le pertenece a Enrique Peñalosa, porque las soluciones son para todos, especialmente en una ciudad como la capital colombiana donde la mayoría de la gente no tiene otra opción.
Se han hecho esfuerzos para mejorarlo y sin duda terminará mucho mejor en este gobierno que no solo está ampliando estaciones, construyendo nuevas troncales, sino nuevos buses, a pesar de que el gobierno anterior le apostaron a los buses contaminantes.
Seguir en discusiones sin sentido no sirve de nada, evolucionemos, decidamos en beneficio del interés colectivo.
@ConcejoCDBogota