Suicidio de Yicely, 14 años, reabre el debate sobre redes y ciberacoso

Suicidio de Yicely, 14 años, reabre el debate sobre redes y ciberacoso

Tenía solo 14 años, un celular lleno de sueños y una sonrisa que compartía en cada video. Yicely, una joven de Toledo, Antioquia, se quitó la vida tras ser víctima de ciberacoso. La tragedia ocurrió en abril de 2023, cuando se viralizó un video íntimo suyo que fue filtrado y compartido cruelmente en redes sociales. La noticia sacudió a la comunidad y volvió a encender el debate sobre el uso de redes en menores.

A Yicely le encantaba el maquillaje y soñaba con convertirse en influencer. Desde los 12 años creó contenido para TikTok, subiendo más de 300 videos con entusiasmo. “Ella decía que ojalá algún día la gente reconociera su talento”, contó Geraldine, su mejor amiga. Pero detrás de esa creatividad, había una niña vulnerable expuesta al peor lado de internet: la burla y el juicio sin piedad.

Todo se salió de control cuando, por accidente, se filtró un video de pocos segundos. Mostraba parte de su rostro y de su pecho. Aunque lo borró de inmediato, un contacto lo guardó y lo subió a una página local. A partir de ese momento, comenzaron los comentarios humillantes: la llamaban “niña fácil” y la atacaban sin descanso. Yicely cerró su Facebook, dejó de hablar y su tristeza se volvió evidente.

Su madre, Erika, notó el cambio y trató de ayudarla, pero ya era demasiado tarde. Tres días después de la filtración, Erika salió de casa temprano. Cuando volvió, encontró a su hija sin vida. “Yo solo quería que me respondiera, que abriera los ojos…”, dijo entre lágrimas. La escena fue devastadora. Yicely había perdido la fuerza para seguir.

Tiempo después, su familia encontró un diario que dejó. Allí escribió los diez sueños que no logró cumplir: uno de ellos, tener su fiesta de quince años; otro, ser famosa en TikTok. “Estaba obsesionada con crecer en esa red. Quería ser como las niñas que veía en los videos”, dijo su mamá. Cada página del diario es un grito silencioso de una niña que no entendía por qué le hacían tanto daño.

Hoy, el caso de Yicely duele y alarma. ¿Hasta cuándo los menores seguirán expuestos a la crueldad digital sin ninguna protección real? ¿Cuántas vidas más deben romperse antes de que el país actúe? Mientras tanto, su familia pide que su historia sirva para abrir los ojos de padres, colegios y autoridades. Yicely no fue la única… pero aún estamos a tiempo de que sea la última.

By Yenifer Ardila

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