En una reciente intervención del Concejo de Bogotá, el concejal Andrés Barrios encendió las alarmas por el incremento de homicidios en la ciudad, señalando que entre septiembre de 2024 y enero de 2025 se registraron 563 crímenes. De estos, Suba se encuentra entre las localidades más afectadas, con 42 asesinatos reportados en ese periodo. Lejos de ser números fríos, esas cifras esconden historias detrás de cada vida arrebatada.
Según Barrios, la violencia nocturna y los fines de semana concentran la mayoría de estos crímenes, muchos de ellos vinculados a sicariatos. De hecho, entre enero y mayo de 2025, esa modalidad representó cerca del 30 % de los homicidios en Bogotá . En Suba, estas muertes por encargo reflejan disputas criminales que transcienden el robo fácil para convertirse en ajuste de cuentas, afectando la tranquilidad de barrios que, para muchos, son simplemente su hogar.
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La presencia del sicariato genera pánico en la comunidad, que se siente cada vez más vulnerada. Los vecinos de zonas como Suba Rincón, La Gaitana o Tibabuyes, aunque diversas en sus realidades, coinciden en su preocupación por el clima de inseguridad. Aunque algunos sectores del norte de Suba mantienen niveles de vida más acomodados, la violencia toca a diario a quienes creen estar a salvo.
Barrios advierte que, en Bogotá, 84 % de los homicidios se concentran en diez localidades, incluyendo Suba. Este dato revela una distribución desigual de la violencia y subraya la urgencia de medidas focalizadas. La gente de Suba, que al inicio de este año reportó 2.195 hurtos —la cifra más alta de la ciudad—, ahora enfrenta un desafío mayor: el homicidio deliberado y planificado.
Las autoridades y concejales hacen un llamado claro: no basta con una respuesta policial tradicional, se requiere un abordaje integral. Barrios propone acciones concretas: reforzar el pie de fuerza en zonas críticas, instalar más cámaras de seguridad y articular esfuerzos con la comunidad para prevenir recrudecimiento delictivo . Suba, sostienen, necesita de una estrategia que combine prevención, vigilancia y presencia social.
Para los vecinos, la solución también pasa por fortalecer programas sociales, especialmente dirigidos a jóvenes en riesgo. Combinar educación, oportunidades y fuerza pública es la clave para romper el círculo de violencia. El reto está en conjugar recursos, voluntad política y participación ciudadana. Solo así Suba podrá aspirar a dejar de encabezar la lista de localidades golpeadas por homicidios y sicariato, y caminar hacia una seguridad real y sostenible.
