Colombia estuvo a punto de vivir una experiencia única en el mundo del deporte motor, pero la ilusión de albergar un Gran Premio de Fórmula 1 se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. En 2023, se confirmó que el país no formaría parte del calendario de la F1 para 2026, un proyecto que había estado a punto de materializarse. Madrid aprovechó la oportunidad y se quedó con el codiciado evento, dejando a Colombia con las manos vacías, después de haber soñado durante meses con este hito en su historia deportiva.
Uno de los principales impulsores del proyecto, Juan Pablo Montoya, no ocultó su decepción al hablar de la situación. El piloto colombiano reconoció que la oportunidad estuvo más cerca de lo que muchos imaginaban, con un 90% de probabilidades de que el Gran Premio se llevara a cabo en Barranquilla, y un 10% de que todo se viniera abajo. «Y se cayó», dijo Montoya en su podcast. El sueño de ver a la Fórmula 1 en Colombia fue uno de los proyectos más ambiciosos para el automovilismo nacional, pero la falta de apoyo terminó echando por tierra una de las ilusiones más grandes del país.
Las promesas incumplidas que costaron la F1 en Barranquilla.
El origen del fracaso, según Montoya, está en la falta de una firma clave que habría dado luz verde a todo el proyecto. El piloto relató que las negociaciones estuvieron muy avanzadas, incluso llegaron a inspeccionar el trazado de la carrera y a planificar los detalles. Todo parecía listo para 2025, pero una carta, que según Jaime Pumarejo, exalcalde de Barranquilla, debía enviarse al gobierno con un compromiso de apoyo, nunca recibió respuesta. «Nunca encontramos eco», lamentó Pumarejo. La falta de respuesta a esa misiva, que algunos aseguran que nunca llegó a su destino, fue el punto que truncó el sueño de tener la Fórmula 1 en Colombia.
El exalcalde también comentó sobre los esfuerzos por conseguir el apoyo del gobierno del presidente Gustavo Petro para concretar la carrera, pero todo quedó en promesas no cumplidas. Los trámites burocráticos y la falta de respuesta complicaron el panorama, aunque informaron a tiempo al gobierno entrante sobre las negociaciones. Mientras tanto, Madrid ya había tomado la delantera y, de esta manera, Colombia perdió la oportunidad de dar el salto al Gran Circo, dejando un sentimiento de frustración y la sensación de que lo que pudo haber sido, ya no será.