Fútbol Femenino, el más golpeado por el Coronavirus.
Con el anuncio de varias corporaciones del fútbol colombiano sobre los “acuerdos económicos” y ajustes salariales que aplicarán con sus deportistas, son sin duda alguna, los equipos femeninos, las grandes víctimas en esta pandemia. Y es que en el marco de la emergencia global por el Covid-19, el mundo del deporte no ha sido ajeno a la crisis económica. Comenzando por el cese y aplazamiento de las competencias, la falta de taquilla y de patrocinios, que han generado que las federaciones opten por medidas temporales para frenar sus afectaciones.
Es el ejemplo de la Liga Española, que ya anunció la reducción del salario de los futbolistas hasta en un 20% de no terminarse el torneo. Mientras que, la Liga Premier, dado que los jugadores tienen garantizados sus contratos, solo procedería con mediación de un acuerdo con cada uno de ellos. Sin embargo, hablamos de deportistas de talla mundial que alcanzan salarios de hasta 31 millones de Euros, situación que no se da en el mismo caso para el fútbol femenino.
Las pérdidas que el Coronavirus le dejaría a este deporte, según el más reciente estudio de KPMG, irían entre los USD 3.700 y USD 4.280 millones. Y ya hay quienes aseguran que aunque por la emergencia las condiciones económicas y laborales deberán mantenerse al máximo, para la próxima temporada no será así pues se estudian reducciones de presupuesto y gastos hasta en un 30%.
Pero si trasladamos el escenario a la equidad para los equipos de mujeres a nivel mundial, la discriminación se hace manifiesta, con el pronunciamiento de la UEFA que desplazó la Eurocopa femenina de 2021 para abrir campo a la masculina de 2020.
En el caso de Colombia, la dificultad financiera es indudable y medidas cómo estás lo que hacen es acrecentar una crisis que han tenido que enfrentar las divisiones femeninas con una lucha solitaria, abriéndose paso con el mayor esfuerzo frente a la indiferencia y la falta de apoyo de su Federación. De acuerdo con Acolfutpro, la problemática es tal, que muchas jugadoras no tiene contrato directo con los equipos, y otras acordaron en medio de la necesidad, jugar la pretemporada recibiendo el 50 por ciento de salario en equipos como el América, Nacional y Santa Fe.
La justificación para este descarado trato para nuestras deportistas, según han indicado en repetidas ocasiones algunos dirigentes deportivos, es que las competencias femeninas no representan ingresos y desconocen por completo que estás destacadas mujeres le han traído más logros al país en diferentes competencias que las que han generado en los últimos años sus compañeros en similares torneos; aún cuando no han contado con los millonarios patrocinios, auxilios y beneficios que si tiene el fútbol masculino colombiano.
Ahora, si no tienen las mismas condiciones laborales; por qué los equipos llevan al recrudecimiento de la situación de las jugadoras con medidas disfrazadas bajo “acuerdos de mutuo consentimiento” o supuestos “apoyos” que poco tienen de eso, en medio de la pandemia del COVID-19.
Así ocurre con Santa Fe que en comunicado inicia confirmando el “normal desarrollo para los contratos de trabajo para el plantel profesional masculino”, mientras que, para las jugadoras profesionales de su nómina asegura que se llegó a un acuerdo mutuo de suspender sus contratos para hacerles entrega de un auxilio que les permita cubrir el mínimo vital en la cuarentena, un gesto de total discriminación y vulneración de sus derechos.
En cuanto a Millonarios, la situación no es mejor, ya que después de haber formalizado los contratos de las jugadoras, el 9 de marzo, a causa de la emergencia que se anunciaba ya, el 16 del mismo mes, acude al ya popular mutuo acuerdo, para llevarlas a terminar el vínculo contraído días atrás.
Y la incertidumbre es mayor para las representantes del balompié nacional cuando no existe certeza de la continuación de la temporada tal cual como estaba estipulada antes de la pandemia, sin contratos, con suspensiones, y cuando los dirigentes deportivos solo se limitan a referirse a los torneos masculinos, sin hablar cosa alguna de lo concerniente a la Liga Femenina.
Eso sin contar los numerosos episodios de abuso denunciados, sólo por recordar, el de dos jugadoras de la selección Colombia sub-17, en contra del ex seleccionador Didier Luna por acoso sexual y laboral; o hechos donde inclusive han sido vulneradas o cuestionadas por su condición sexual o su condición de ser mujer en un deporte que solo estaba garantizado para los hombres en Colombia. Y, en general en el deporte, no son cifras nuevas, cuando nos remitimos a los primeros dos meses y medio del 2019, cuando la Asociación Colombiana de Mujer y Deporte reportó 13 denuncias de acoso y abuso sexual, que correspondían a ocho deportistas de levantamiento de pesas y cinco de lucha.
Estamos en una sociedad desigual, el machismo, el sexismo y la violencia de género son cotidianos, el problema, es que los escándalos, por lo general, quedan ocultos por el miedo. El llamado, es a que las organizaciones pertinentes destinen los recursos para la Liga Femenina en concordancia con lo que les corresponde en justa causa y al Ministerio de trabajo, para que vigile y haga seguimiento a la contratación de estas deportistas. Luchar por ellas y sus derechos debe ser nuestro compromiso. ¡Fuerza y apoyo para nuestras futbolistas!