Casi la mitad de los bogotanos que trabajan lo hacen desde la informalidad.
“Bogotá tiene una alta proporción de trabajadores informales (42,3%), lo cual deja entrever que el desempleo no es el único problema sino también el hecho de que casi la mitad de las personas que trabajan estarían en la informalidad” advirtió el Concejal Armando Gutiérrez González en sesión de la Comisión de Hacienda del 17 de febrero.
Es preocupante que en Colombia la tasa de desempleo se ubica en 12,8%, la cual es bastante alta en comparación con países como Venezuela (7,3%), Chile (6,8%) o México (3,5%). Pero resulta alarmante también que en varias ciudades del país -como es el caso de Bogotá– aproximadamente la mitad de personas ocupadas en edad de trabajar están dentro de la economía informal.
Según la Organización Internacional del Trabajo -OIT- al año 2013 había 127 millones de trabajadores en la informalidad en América Latina. El empleo informal consiste en una relación laboral no sujeta a la legislación nacional, que no cumple con el pago de impuestos, no tiene cobertura de protección social y carece de prestaciones sociales.
La informalidad casi siempre es sinónimo de bajos ingresos, inestabilidad laboral, desprotección y violación de derechos a los trabajadores; por consiguiente reducir la informalidad significa mejorar las condiciones de trabajo y de vida de las personas, ya que el empleo informal es más común entre los sectores más vulnerables de la sociedad: jóvenes, mujeres, migrantes y personas en condición de pobreza[1].
La manera correcta de comprender este fenómeno genera debate desde hace más de 40 años. Las definiciones que se han utilizado caracterizan el empleo informal a partir de lo que le falta en relación con el empleo formal, y difiere si se toma como punto de referencia la empresa, el puesto de trabajo o la actividad en sí[2].
Advierte la OIT que en países con menor desarrollo el problema del empleo se concentra no tanto en el desempleo, sino, principalmente, en aquellos trabajadores que están ocupados recibiendo un ingreso insuficiente. La informalidad se convierte en la alternativa al desempleo para los sectores más pobres.
En el 2015 se ratifica el concepto de economía informal como “todas las actividades económicas desarrolladas por los trabajadores y las unidades económicas que –en la legislación o en la práctica- están insuficientemente cubiertas por sistemas formales o no lo están en absoluto”. El empleo informal tiene tres categorías: empleo informal en el sector informal, en el sector formal y en el sector de los hogares.
De acuerdo a cifras del DANE, para el trimestre octubre – diciembre 2019, la proporción de ocupados informales en 13 ciudades y áreas metropolitanas fue de 46,5%, siendo mayor en mujeres (49,0%) que en hombres (44,5%). Bogotá está dentro de las ciudades con menor proporción de ocupados informales con un 42,3% lo cual no deja de ser alarmante, ya que indica que casi la mitad de las personas que trabajan en la capital estarían en la informalidad.
Es importante desde el Concejo de Bogotá trabajar por este tema tan importante como es el trabajo, teniendo en cuenta que más del 10% de la población capitalina en edad de trabajar se encuentra desempleada y que casi la mitad de los que trabajan lo hacen de manera informal de acuerdo a cifras del DANE.
Ello demuestra que las políticas públicas deben estar orientadas no sólo a reducir el desempleo sino también a reducir la informalidad de manera que se garanticen mejores condiciones de trabajo a estos trabajadores informales y por tanto mejore su calidad de vida.
“Reducir la informalidad bajo ningún motivo consiste en acabar arbitrariamente con los vendedores informales sacándoles de su espacio, bajo argumentos como el de recuperación del espacio público, sin proveerles alternativas, pues esta población generalmente está en condición de pobreza y encuentra en la informalidad la única alternativa al desempleo y a la falta de oportunidades” manifestó el concejal vocero de la bancada liberal.
Por último, no debemos estigmatizar al sector informal ni confundirlo con la etiqueta de ilegal, pues esta clase de prejuicios, estereotipos y estigmatización conllevan a un trato indebido como lo es el abuso de autoridad, violencia y vulneración de sus derechos. Desde el Concejo de Bogotá haremos un debate de control político en torno a esta problemática.
Fuente: Concejo de Bogotá