José Didier, el guardabosques al que un oso de anteojos visitó durante tres días
“Fue muy emocionante. Era un día normal. El oso llegó a las 6:00 de la mañana cuando me estaba preparando un café. Poco a poco fue acercándose. Luego subió las escaleras que hay a la entrada de la cabaña y me miró, y yo no me moví para que no se inquietara. Tomó confianza y durante tres días estuvo entrando y saliendo de la vivienda”.
Así describe José Didier Patiño el emocionante encuentro que sostuvo con un oso de anteojos que lo visitó en el campamento donde trabaja como guardabosques, en el Parque Natural Chingaza, el cual está bajo el cuidado de la Empresa de Acueducto de Bogotá.
Durante los siete años que lleva desempeñando esta labor, Patiño ha podido disfrutar de muchas de las maravillas que ofrece este refugio majestuoso de flora y fauna. Sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de vivir una experiencia tan emocionante e intensa como esta.
“Los ojos de antejos son muy carismáticos, muy agradables, muy simpáticos. Nada agresivos. Tampoco son esquivos pero uno los ve siempre a la distancia y luego ellos toman su rumbo. Por eso tenerlo tan cerca como si se tratara de una mascota fue una experiencia única e inolvidable”, relata entusiasmado.
Agrega que para el oso, ingresar a la cabaña, también constituyó una experiencia nueva y que por eso olfateaba cada cosa que veía.
Explica el guardabosques que los osos de anteojos que permanecen en esta zona también son muy protectores, pues a veces aparecen las mamás con sus cachorros y los cuidan y alejan para que no les vaya a pasar nada.
“Soy bastante animalista y ambientalista. Amo la naturaleza y los animales. Me gusta investigar mucho sobre ellos, cuidarlos y observarlos“, dice emocionado.
Por esta razón se siente que es un privilegio contar con este trabajo, pues asegura que pocos tienen la posibilidad de disfrutar de los paisajes, la flora y la fauna que hay en Chingaza, donde ha podido apreciar águilas, cóndores, venados, zorrillos, tigrillos y gran variedad de aves.
“Para mí esta es una gran isla… la isla maravillosa de Chingaza”, sostiene.
De hecho, este lugar es el que le ha inspirado su amor por los animales y por la naturaleza, lo que hace que desempeñe su trabajo con alegría y vocación.
José Didier espera que el oso de anteojos lo visite más seguido para que sus días de trabajo sean mucho más alegres. Presiente que esta amistad que nació aquella mañana fría en los bosques de Chingaza perdure en el tiempo.