Las instalaciones en las que se realiza la equinoterapia son adecuadas y cuentan con todas las medidas de seguridad. Allí se realiza un trabajo personalizado. Por esta razón asisten únicamente entre 3 y 4 chicos por sesión.
Se les dota con cascos de seguridad y reciben el acompañamiento de un equipo profesional que los motiva para que entren en confianza con el caballo. Una vez lograda la seguridad se les da instrucciones como agarrarse con una sola mano. Luego con las dos manos arriba, se les pide que aumenten el tiempo de sostener las manos en el aire. Se les indica sentarse de lado, después ubicarse de espaldas, arrodillados, acostados, hasta ponerse de pie sobre el equino. Y así, gradualmente, se van haciendo ejercicios que van aumentando su complejidad.
Para Angélica, adolescente de 15 años del centro Crecer fue muy fácil entrar en confianza con el caballo y realizar todas las actividades indicadas, tanto que al final quería llevarse el caballo. Demostró cariño no solo por el animal, sino por el personal que la acompañó durante el desarrollo de la actividad.
Esta es una gran oportunidad para los niños, niñas y adolescentes, en la cual experimentan felicidad, logran vencer temores, conocen nuevas personas, socializan con los animales y están en contacto con la naturaleza gracias al compromiso constante de la Secretaría Distrital de Integración Social por mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, materializado en el trabajo, profesionalismo y amor del equipo humano del Centro Crecer Puente Aranda.