Hombres jóvenes motociclistas, los más vulnerables en las vías.
En anteriores debates de control político el concejal Armando Gutiérrez ha señalado con preocupación el rezago de la infraestructura vial, pues prácticamente la mitad de la malla vial de la ciudad no se encuentra en un estado óptimo. La no intervención y reparación de las vías se ve reflejado en el aumento de lesionados y fallecidos debido al tránsito. Ve con buenos ojos que se esté implementando una estrategia durante los primeros 100 días de gobierno para intervenir los huecos, pero resaltó la necesidad de asegurar el presupuesto necesario en el plan de desarrollo en esta materia.
En segundo lugar, la siniestralidad vial también se explica por el fenómeno de expansión de las ciudades, que supone un aumento de las distancias que deben recorrer las personas y ello incrementa la exposición a siniestros viales. Dada la oferta y dinámica del mercado laboral, las personas recorren largas distancias para trabajar y estudiar, con la consecuente exposición a riesgos en materia de seguridad vial[1].
Y es que el crecimiento del parque vehicular es dramático aunado a la lentitud con que las autoridades atienden y buscan soluciones al problema con transporte masivo efectivo y de calidad –como el Metro-. El aumento de la motorización abona a problemas ya existentes de contaminación atmosférica, caos vial, siniestros viales con lesiones y muerte, así como pérdida del espacio público[2].
Otro factor importante que incide en las fatalidades viales es la falta de cumplimiento de la norma, razón por la cual instó a la Secretaría Distrital de Movilidad a velar porque la ciudadanía acate el Código Nacional de Tránsito y que los agentes de tránsito estén capacitados para imponer sanciones. “Se debe vigilar y poner en cintura a las academias de conducción en cuanto a la entrega de las licencias, pues se debe garantizar que las personas realmente realicen y aprueben los cursos y no que se les otorgue por el simple hecho de haber pagado” puntualizó.
Varios expertos insisten en que mientras Bogotá no cuente con un sistema de transporte masivo de calidad como el Metro, la población se verá obligada a comprar vehículos como las motocicletas y a exponer cada día su salud y su vida ante eventuales siniestros viales. Los hombres jóvenes y en edad productiva que conducen moto son quienes más están falleciendo en las vías. La población más joven de 14 a 28 años de edad se caracteriza por la dificultad para acceder al mercado laboral, lo que les obliga a buscar otras alternativas de trabajo para tener un ingreso. Plataformas como Rappi representan una oportunidad para quienes no pueden incorporarse al mercado de trabajo, como son los jóvenes, las mujeres y los migrantes.
Pero además de que sus condiciones laborales en estas plataformas son precarias, estos trabajadores que conducen motocicleta se ven expuestos a distintos riesgos para su salud. El 35% corresponden a riesgos altos: los generados por polvos principalmente de material particulado, gases tóxicos provenientes de los exhostos de los vehículos, las caídas y accidentes de tránsito y por último los biomecánicos generados por la posición de manejo y la duración de las jornadas[3].
En este contexto el concejal concluyó asegurando que al Concejo le corresponde hacer unos debates rigurosos en torno a todos estos temas que impactan en la movilidad de la ciudad y en la calidad de vida de todos sus habitantes y que desproporcionadamente generan mayor carga de morbimortalidad en poblaciones como jóvenes y migrantes. Anunció que adelantará un debate al tema de agentes de tránsito y otro sobre las condiciones laborales y de salud de los domiciliarios de Rappi.
Fuente: Oficina de Prensa Concejo de Bogotá