La historia de Steven Morales es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando los sistemas de identificación fallan. El hombre, que caminaba hacia su trabajo en Suba, Bogotá, fue detenido por la Policía Metropolitana de Bogotá. Tras verificar su cédula, los agentes descubrieron que tenía una orden de captura vigente por hurto agravado, un delito que él no cometió.
Morales nunca imaginó que ese día, 27 de diciembre de 2024, se convertiría en el inicio de una pesadilla. Al entregar su cédula, los uniformados lo arrestaron bajo la acusación de haber robado unas candongas a una mujer, pero lo que realmente ocurrió fue que un delincuente había utilizado su identidad para cometer el crimen. La Policía no verificó correctamente los detalles y, en lugar de detener al verdadero culpable, se llevaron a un hombre inocente.
La confusión derivó en que Morales terminara en la cárcel de La Picota y luego en la cárcel Colonia Agrícola Acacías, en Meta, donde pasó tres largos meses. Mientras tanto, perdió su empleo y su vida dio un giro inesperado. Aunque en todo momento mantuvo la esperanza de poder demostrar su inocencia, la incertidumbre y el sufrimiento fueron indescriptibles.
El delincuente que lo suplantó había sido capturado en flagrancia tras robar a la mujer, pero logró escapar utilizando los datos personales de Morales. El ladrón falsificó documentos, desviando la atención de las autoridades y permitiéndole continuar con su vida criminal. A pesar de los esfuerzos de Morales por explicar su situación, los errores en los procedimientos judiciales le costaron su libertad.
Fue gracias al Proyecto Inocencia, una iniciativa de la Universidad Manuela Beltrán, que la justicia empezó a corregir este error. Este proyecto está diseñado para ayudar a personas que han sido condenadas injustamente. Las pruebas presentadas por la defensa de Morales fueron clave para demostrar que él no tenía relación alguna con el delito y, finalmente, su condena fue revocada.
A pesar de haber sido liberado, Morales sigue enfrentando incertidumbre. El hombre que le robó su identidad sigue en libertad, lo que genera temor en Steven, quien teme ser nuevamente suplantado. Aunque su vida volvió a la normalidad, el miedo de caer de nuevo en el mismo error por parte de las autoridades lo persigue. La historia de Steven es un recordatorio de la importancia de mejorar los procedimientos judiciales y garantizar que la justicia no cometa más injusticias.
