De acuerdo con el DANE julio fue el mes que registró menos nacimientos en Colombia en una década. Antes de culpar y presionar a las mujeres, es perentorio analizar el panorama.
Hace poco el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) sacó el siguiente análisis: julio de 2025 fue el mes en el que nacieron la menor cantidad de bebés en Colombia en una década. Esta fue la conclusión del boletín técnico más reciente de Estadísticas Vitales del DANE, el cual especificó que, entre enero y julio de este año se registraron 243.870 nacidos vivos, una variación de –6,6% frente al mismo periodo de 2024.
Con la misma tendencia, en Bogotá hubo 56.541 nacimientos el año pasado, evidenciando una variación del -45% en el periodo 2015-2024 y del -7,2% entre 2023 y 2024, y una tasa de fecundidad a la baja. En otras palabras, se están teniendo menos bebés de los que demográficamente las sociedades necesitan para sostenerse en el tiempo.
Esta tendencia mundial ha presupuesto poner el acento de la responsabilidad en las mujeres y en las decisiones de vida que están tomando. No obstante, ante esta afirmación primero hay que entender el fenómeno a fondo.
El descenso de la natalidad en Colombia y en Bogotá no puede entenderse sin reconocer las causas estructurales que lo atraviesan: las persistentes brechas de género, las desigualdades en las condiciones de vida y el acceso a vivienda, educación y salud, así como las limitaciones para ejercer una maternidad y paternidad corresponsables.
De acuerdo con el Diagnóstico Sectorial Mujer: Transición demográfica Bogotá 2025-2035, el descenso en la natalidad está asociado a los costos que se derivan de la misma: costos económicos, pausas en el desarrollo profesional y laboral, cambios en el estilo de vida, el costo al asumir una mayor carga de cuidado y los costos ambientales). Y a eso se suman las dificultades para acceder a empleos dignos y la garantía plena de los derechos sexuales y reproductivos de quienes deciden criar.
“No se trata únicamente de la falta de deseo de las mujeres por la maternidad, sino de una evaluación racional de los costos de oportunidad que representa: salarios más bajos, trayectorias laborales interrumpidas, menor tiempo libre, acceso limitado a servicios de cuidado y educación, y baja corresponsabilidad masculina en los trabajos del hogar y del cuidado”, precisa el diagnóstico del OMEG.
Ante esta realidad, la conclusión es una: querer forzar un aumento en la fecundidad sin transformar dichas condiciones equivaldría a exigir a las mujeres que asuman, una vez más, el costo del sostenimiento de la sociedad. Por consiguiente, si no existen mejores condiciones de vida orientadas a cerrar las múltiples brechas de desigualdad que las afectan, no es viable abordar acciones distritales que contribuyan a una recuperación de la tasa de fecundidad en la ciudad.
“No se trata solo de las condiciones estructurales, sino también de reconocer que, para muchas mujeres, no ser madres es una decisión de vida, y eso está bien. Durante mucho tiempo se nos enseñó que la maternidad era nuestro destino y nuestra obligación principal, pero hoy reivindicamos el derecho a elegir y a construir otros proyectos de vida igualmente valiosos.”, indicó Isabella Muñoz Gómez, directora del Observatorio de Mujeres y Equidad de Género.
- Fuente oficial
- Oficinas y comunicaciones del DANE: https://www.dane.gov.co/










