Una verdadera pesadilla están viviendo varias familias del barrio Villa Cindy, en la localidad de Suba, al noroccidente de Bogotá. Según denuncian los vecinos, los ruidos constantes durante las noches les están quitando el sueño… literalmente. Lo más preocupante, dicen, es que llevan meses reportando la situación, pero no han recibido respuesta alguna de la alcaldía local.
José Contreras, presidente de la Junta de Acción Comunal del sector, fue quien alzó la voz en nombre de los afectados. “Esto ya se volvió insoportable. Hay niños que no pueden dormir, adultos mayores afectados… y lo que más duele es que nadie nos escucha”, comentó visiblemente molesto. Según él, el ruido proviene de fiestas, motocicletas y altoparlantes que operan fuera de control hasta altas horas de la madrugada.
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Aunque han intentado comunicarse por diversos canales con la alcaldía local de Suba, incluso presentando derechos de petición, Contreras asegura que no hay avances ni operativos visibles en la zona. “Nos piden paciencia, pero es difícil tener paciencia cuando llevas semanas sin dormir bien. Esto no es solo una molestia, es un tema de salud pública”, afirmó.
Vecinos del sector respaldan la denuncia y han comenzado a organizarse para elevar su voz a instancias distritales. “Lo que queremos es algo sencillo: poder descansar en paz”, dijo doña Martha, una residente que vive desde hace más de 20 años en Villa Cindy. Según ella, los fines de semana se han vuelto un calvario, especialmente para quienes tienen turnos laborales temprano.
La falta de presencia institucional ha incrementado el malestar. Algunos incluso sienten que están siendo ignorados por vivir en una zona que no recibe la misma atención que otros sectores. “Uno se pregunta si en otros barrios sería igual, o si esto pasa porque somos del borde de la ciudad”, agregó Contreras.
Por ahora, la comunidad sigue esperando una respuesta concreta. Mientras tanto, las noches en Villa Cindy siguen siendo largas, ruidosas y cargadas de frustración. Los vecinos insisten en que no buscan castigos, sino soluciones reales y urgentes para recuperar el derecho más básico: el de poder dormir tranquilos en sus propios hogares.
