Lo último que Carlos Julio Rojas escuchó fue la voz de un desconocido que iba en una motocicleta y se le acercó de manera sospechosa para decirle “hola ‘Chucho’”, mientras le apuntaba con un revólver en la cabeza. Dos segundos después apretó el gatillo.
La bala ingresó a la cabeza del hombre de 57 años y de manera instantánea le puso fin a su vida. Su amigo, que lo estaba acompañando, apenas escuchó el primer disparo intentó correr, pero el sicario le disparó por detrás y fue herido.
Carlos Julio murió en el lugar de los hechos, mientras que su amigo sobrevivió y al cierre de esta edición permanecía malherido en el Hospital de Suba, a donde fue llevado en una patrulla de la Policía.
“Cuando llegué ya había pasado todo y solo vi que había unas gotas de sangre y empecé a preguntar y una señora que pasa vendiendo tintos desde temprano me dijo que en la mañana habían matado a alguien. No supe por qué ni nada, pero supuestamente el señor estaba sobre la avenida como esperando un bus”, le dijo a Suba Alternativa una comerciante de la zona.
Las autoridades ya tenían identificada la motocicleta de bajo cilindraje y de color negro en la que se movilizaba solo el sicario, pero no había sido ubicada. Dice la Policía que este hecho estaría relacionado a un posible ajuste de cuentas, pues según quedó registrado en los videos de las cámaras no hubo forcejeo ni el bandido le quitó las pertenencias al occiso.
A las 4:30 de la mañana de ayer, en plena Avenida Suba con Carrera 84B, a la altura del barrio Villa Catalina (en Suba), se registró el ataque sicarial dirigido a Carlos Julio, un trabajador que se dedicaba al mantenimiento de bicicletas en esta localidad.
Dicen que el hombre había llegado a este punto en compañía de un amigo con el fin de encontrarse con alguien, pero lo que no sospechó era que su cita era con la muerte, más específicamente con un experto gatillero a quien le habían encomendado la tarea de arrebatarle la vida.
Aunque se desconoce si la víctima tenía enemigos o había recibido algún tipo de amenaza, lo cierto es que el sicario ni siquiera lo llamó por su apodo -pues todos lo conocían como ‘Caliche’-, por lo que no se descarta que se haya tratado de una equivocación.
La víctima no tenía antecedentes judiciales y se desconoce con quién era la cita a esa hora ni al lugar al que se dirigía. Lo cierto es que el gatillero se le acercó y alcanzó a hablarle antes de dispararle en la cabeza, justo a la altura de la estación de TransMilenio 21 Ángeles. El testigo del hecho, amigo de la víctima, dijo que el sicario aceleró a toda velocidad por la misma avenida hacia el sur.