Una tensa situación se vivió en las últimas horas en la localidad de Suba, luego de que una persona muriera durante un procedimiento de requisa cerca del CAI La Gaitana. El hecho desató la furia de varios menores de edad, quienes reaccionaron con disturbios e intentaron ingresar por la fuerza a algunos negocios del sector, generando momentos de pánico entre comerciantes y transeúntes.
Según testigos, los incidentes comenzaron poco después de conocerse la noticia del fallecimiento. Grupos de jóvenes lanzaron piedras y otros objetos a los uniformados, mientras gritaban y reclamaban por lo ocurrido. La situación se salió de control cuando algunos de ellos trataron de abrir a la fuerza las puertas de locales comerciales en los alrededores.
“Fue una escena aterradora. Se escuchaban gritos, golpes y amenazas. Los muchachos querían entrar a las tiendas y uno no sabía si cerrarse por dentro o correr”, contó una comerciante del sector, visiblemente nerviosa. Otro testigo aseguró que la reacción policial fue rápida, con refuerzos llegando para contener a los manifestantes y evitar que la violencia escalara aún más.
Hasta el momento, las autoridades no han entregado un parte oficial sobre las circunstancias que rodearon la muerte durante la requisa, ni sobre la cantidad de menores involucrados en los disturbios. Sin embargo, se sabe que ya se iniciaron las investigaciones para esclarecer lo sucedido y tomar las medidas correspondientes.
La comunidad de La Gaitana se encuentra consternada y pide respuestas claras por parte de las autoridades. Algunos residentes manifestaron su preocupación por la creciente participación de menores en actos violentos, y señalaron la necesidad urgente de reforzar la seguridad, pero también de trabajar en programas sociales y educativos que atiendan las raíces del problema.
Mientras se espera un pronunciamiento oficial, el ambiente en el sector continúa tenso. Los comerciantes temen nuevos altercados, y los vecinos piden acompañamiento constante de la Policía para garantizar la tranquilidad en la zona. Lo ocurrido dejó más que daños materiales: una sensación de vulnerabilidad que aún se respira en las calles de Suba.
