La inseguridad volvió a hacer de las suyas en el barrio Rincón de Suba. Esta vez, la víctima fue Franchezca Morales, una vendedora ambulante de tinto que cada madrugada sale a ganarse la vida con su carrito. En la mañana del 13 de mayo, mientras atendía como de costumbre, un hombre se acercó simulando ser un cliente… pero terminó robándole el celular.
Según contó Franchezca, el sujeto se mostró amable, pidió un tinto y esperó el momento justo para actuar. Cuando ella se dio vuelta por un instante, él tomó el teléfono que estaba sobre el carrito y huyó sin dejar rastro. “Ni cuenta me di. Cuando volteé, ya no tenía el celular ni al tipo enfrente”, dijo entre lágrimas.
El robo no solo le arrebató su medio de comunicación, sino también una herramienta clave para trabajar. “A veces los clientes me pagan por Nequi, o me llaman para encargar el tinto antes de salir de la casa”, explicó. Ahora, sin su celular, siente que se queda más expuesta, sin conexión y sin forma de defenderse ante cualquier emergencia.
Lo que más indigna es que este tipo de delitos parecen volverse rutina. Vendedores informales del sector aseguran que los robos son frecuentes y que los delincuentes aprovechan la madrugada, cuando hay menos gente en las calles y la presencia policial es mínima. “Nos toca trabajar con miedo, pero toca salir igual porque de esto vivimos”, comentó otro vendedor de la zona.
Hasta ahora, las autoridades no se han pronunciado sobre este caso, y la comunidad exige respuestas. Vecinos piden más rondas de vigilancia y acciones concretas para proteger a quienes madrugan a trabajar de forma honesta. “No pedimos milagros, solo que no nos dejen solos”, reclamó una residente del sector.
Para Franchezca, el golpe no es solo económico, también emocional. Aun así, asegura que seguirá saliendo a vender su tinto. “No puedo dejarme vencer por el miedo”, dijo con voz firme. Pero como ella misma expresó, ojalá no toque esperar a que algo peor pase para que haya cambios reales en la seguridad del barrio.
