La «nueva realidad» con la que dio comienzo este jueves el proceso de reactivación económica en todo el territorio nacional, toma a los colombianos con una preocupante cifra de cierre de empresas y desempleo que no se observaba desde hace casi tres décadas, además de un inusual disparo de la criminalidad y la violencia que anuncia un despertar al largo periodo de conflicto que creimos haber dejado en el pasado.
Rehacer la economía, reducir la brecha social profundizada por cuenta del indeseable virus y volver a niveles de crecimiento económico y sostenible medianamente aceptables tomará tiempo y demandará un cambio profundo en las reglas de juego en materia de lucha frontal contra la corrupción, administración de justicia e implementación de los acuerdos de paz.
Mas allá de la esperada noticia del fin de la crisis sanitaria, lo que comienza el próximo 1° de septiembre, es un proceso gradual de reabrir los negocios que aún podrían tener posibilidad de salvación, aunque muchos lleguen a caer en el intento, mientras el país se adapta y de manera creativa resuelve entre todos ayudar a salir de la ruinosa condición en la que ha caido.
Es cierto que serán reabiertos los hoteles, también la actividad comercial permitirá comprar productos de la industria colombiana con los menguados recursos que deja la pandemia; que también se reactivarán los restaurantes con servicio a la mesa, incluso habrá planes piloto para la reapertura de bares, según el jefe de la cartera de Comercio, José Manuel Restrepo, pero se necesitará más que la disciplina social para que Colombia arranque una nueva fase de»aislamiento selectivo», en medio de laxas restricciones para que la economía empiece a funcionar.
Si bien, el Ministerio de Salud avanza en la elaboración de protocolos para la reapertura de piscinas y de las playas en el país, las medidas de bioseguridad en los sitios públicos amargarán el placer de tenderse a pierna suelta para tostar la piel bajo el sol mientras el país espera que llegue la vacuna que ya se ve como el jugoso y multibillonario negocio de la década para las farmacéuticas, al fin y al cabo alguien tenía que salir ganador en esta crisis.
En los hoteles será obligatorio el uso permanente de tapabocas, la prenda de moda que se incorpora a las reglas de etiqueta y protocolo en las actividades sociales y de negocios. Por fin la corbata dejará de ser la carta de presentación de los lobbistas aunque no les cambie los hábitos de sacar provecho del pez chico para aumentar el volumen del pez gordo.
El distanciamiento físico por núcleo familiar será un hecho innegable como resultado del incremento de los actos de violencia intrafamiliar, de género y los feminicidios, trayendo consigo una reactivación del notariado y la justicia por el trámite del creciente número de divorcios y de procesos judiciales.
Y aunque el gobierno nacional confirme que mantiene los «beneficios» para el sector productivo como la suspensión del cobro del IVA en el turismo, además de la reducción en el cobro del IVA a los tiquetes aéreo, la «nueva realidad» traerá un cúmulo de cuentas por pagar inevitables porque las deudas no perdonan, mientras los esperados beneficios resultarán ser tan selectivos como la nueva realidad que el país afrontará en los próximos dos años con las ramas del poder público y los entes de control en manos del ejecutivo.
Redacción | Raúl Benitez Ortega – Suba Alternativa