El Centro Crecer Rincón, ubicado en la localidad de Suba, continúa fortaleciendo sus servicios de atención integral para niñas, niños y adolescentes con discapacidad. Actualmente atiende a 79 menores, de un total de 85 cupos disponibles. La buena noticia es que aún hay espacio para más familias que quieran vincularse a este programa que transforma vidas.
Estos centros, operados por la Secretaría Distrital de Integración Social, están diseñados para brindar apoyo personalizado a menores con discapacidad intelectual, múltiple o autismo. En Bogotá hay 16 sedes de este tipo, y todas comparten un mismo objetivo: potenciar las capacidades de cada niño, promover su inclusión y mejorar su calidad de vida.
Deisy Gaitán, coordinadora del centro, invitó a las familias interesadas a acercarse a las subdirecciones locales de Integración Social o directamente al Centro Crecer Rincón, ubicado en la carrera 95A #130-81. “Queremos que más familias hagan parte de esta experiencia de crecimiento, apoyo y acompañamiento”, afirmó.
El equipo del centro está conformado por profesionales especializados en áreas como fisioterapia, fonoaudiología y terapia ocupacional. Diego Callejas, fisioterapeuta, explicó que los niños participan en actividades según sus necesidades: desde circuitos terapéuticos para fortalecer la movilidad, hasta ejercicios cognitivos que promueven su autonomía. “Cada avance, por pequeño que parezca, es un logro enorme para ellos y sus familias”, señaló.
Además del trabajo técnico, se busca integrar a los cuidadores en el proceso. Por eso, el centro ha fortalecido los lazos con las familias, promoviendo que en casa se repliquen las rutinas de apoyo. A través de reuniones, talleres y seguimientos personalizados, se construye una red sólida entre el hogar y el centro. “La familia es clave en cada paso que damos”, resaltaron los profesionales.
Este esfuerzo también se articula con la Secretaría de Educación, para garantizar que los niños puedan acceder y permanecer en el sistema escolar. Gracias a mesas intersectoriales, se generan espacios inclusivos y seguros para todos. El mensaje es claro: aún hay cupos, aún hay esperanza. En Bogotá, sí pasa, y pasa con amor.
