En la localidad de Suba, la iniciativa “Huertas Guerreros y Guerreras” da un paso adelante gracias a la inauguración del invernadero Salud y Vida, una estructura que transformará la forma en que se cultivan los alimentos en este reconocido proyecto comunitario. Diego Cortés Salamanca, subgerente de operaciones de Cruz Verde, habló sobre esta alianza que busca mejorar la seguridad alimentaria y el bienestar local.
Esta huerta, que lleva más de 20 años trabajando por la soberanía alimentaria en Bogotá, solía depender de otras zonas para obtener las plantas necesarias para sus cultivos. Ahora, con el nuevo invernadero, podrán producir sus propias plántulas en el mismo sitio, lo que representa un gran avance en autonomía y eficiencia para el equipo que lidera este proceso.
El invernadero no solo es un espacio físico. Representa un mensaje claro de bienestar. «El nombre Salud y Vida refleja lo que buscamos desde Cruz Verde: generar bienestar más allá de los medicamentos», explicó Diego Cortés. La empresa aportó los recursos económicos y, lo más valioso, sumó a su equipo humano, compuesto por personas que viven en la misma localidad, para la construcción del proyecto.
Este espacio cuenta con condiciones controladas que permiten proteger las plantas del clima extremo, facilitando su crecimiento y preparación para el cultivo. Tener acceso directo a este proceso en un ambiente adecuado hará que los tiempos de siembra sean más eficientes y que las huertas puedan sostenerse durante todo el año.
Además de la inversión, Cruz Verde quiso aportar desde un enfoque comunitario y sostenible. “Esto no es solo una obra entregada desde afuera; aquí participaron personas que viven en la zona, que conocen su importancia y se sienten parte de este cambio”, agregó Cortés. El impacto no es solo agrícola, también es social, pues fortalece el sentido de pertenencia y la colaboración entre vecinos.
Finalmente, el llamado fue claro: hacer uso de estos espacios y multiplicarlos. “Tenemos parques, terrenos y muchas manos dispuestas a cultivar. Esta puede ser una gran oportunidad para replicar el modelo en otros barrios y localidades, con el apoyo de empresas, pero también desde la organización de la misma comunidad”, concluyó. Una semilla de esperanza que empieza a florecer en Bogotá.
