El primer día de la I Bienal de Cultura Escrita de Bogotá, realizada en la Biblioteca Pública Gabriel García Márquez – El Tunal, se consolidó como un espacio de encuentro entre expertos, académicos y bibliotecarios. Este evento conjuga una mirada global con las experiencias comunitarias para fortalecer el acceso equitativo a la información y el conocimiento, subrayando la inclusión como eje central en el contexto de las bibliotecas públicas.
En este marco, el tratado de Marrakech se presenta como una herramienta fundamental para garantizar que las personas con discapacidades visuales puedan acceder de manera justa a los materiales bibliográficos. Uno de los invitados destacados fue el académico colombiano David Ramírez Ordóñez, líder en el estudio de la accesibilidad, quien compartió su experiencia sobre los desafíos y avances en este campo.
David Ramírez Ordóñez: un defensor del acceso equitativo a la información
Ramírez Ordóñez, investigador de la Fundación Conector, lleva más de una década trabajando en iniciativas orientadas a mejorar el acceso a la información en Colombia. Desde su rol como académico y activista ha liderado proyectos como el Directorio del Dominio Público Colombiano, un esfuerzo que busca identificar las obras cuyos derechos de autor han expirado para que puedan ser reutilizadas libremente al pasar al dominio público.
En su participación en la I Bienal, Ramírez Ordóñez reflexionó sobre su interés en el Tratado de Marrakech. De tal manera, inició reseñando su experiencia personal relacionada con la música y los derechos de propiedad intelectual.
El Tratado de Marrakech, adoptado en 2013, es un hito en la historia del derecho de autor, ya que busca equilibrar los derechos de los creadores con la necesidad de garantizar el acceso a la información para personas con discapacidades visuales. Ramírez explicó que este tratado, el primero en un siglo que se enfoca en los lectores más que en los creadores, le permite a las bibliotecas compartir materiales adaptados, como libros en braille o audiolibros, sin las restricciones que antes imponía la ley de derechos de autor. Sin embargo, a pesar de los avances, el investigador subrayó que la implementación del tratado aún enfrenta múltiples barreras.
«La implementación del Tratado de Marrakech en Colombia y en América Latina ha sido lenta y, en muchos casos, se percibe más como una obligación que como una oportunidad», comentó Ramírez. Aunque las normativas permiten la creación de materiales accesibles, estos procesos siguen siendo costosos y técnicamente complejos. Además, añadió que “las bibliotecas enfrentan el reto de garantizar que estos materiales sean accesibles sin incurrir en altos costos o procesos burocráticos que retrasen su disponibilidad”.
Igualmente, Ramírez Ordóñez destacó la importancia de descentralizar el acceso a estos materiales. «Uno de los grandes debates es si debemos tener una gran biblioteca centralizada que gestione todos los libros accesibles, o si podemos crear redes de bibliotecas, incluso en zonas alejadas que faciliten este acceso de manera más ágil», señaló. Para él, la accesibilidad debe ser vista como un derecho garantizado para todos, no como un privilegio reservado a quienes tienen acceso a grandes centros urbanos.
Un aspecto clave en su intervención fue la diversidad lingüística. Al compartir su experiencia con la escritura de su tesis doctoral, Ramírez relató cómo decidió escribirla en español para mayor comodidad, y cómo el uso de un español «no oficial» generó comentarios en los entornos académicos. Esta anécdota le permitió reflexionar sobre la importancia de reconocer y valorar los diferentes contextos lingüísticos regionales, promoviendo la inclusión de formas lingüísticas locales en los espacios académicos y bibliotecarios.
En entrevista con BibloRed, David Ramírez profundiza los conceptos desarrollados durante su intervención:
El Tratado de Marrakech y la posibilidad de elegir los formatos
Además de los formatos accesibles, Ramírez propone ir más allá del formato impreso tradicional y ofrecer opciones digitales que permitan a las personas acceder a la información de formas diversas, como audio, imágenes o datos. Esto, según él, se conecta con el concepto de «inteligencia aparente», acuñado en el hackerspace de Bogotá, que hace énfasis en cómo los datos son esenciales para el funcionamiento de la inteligencia artificial. Es por esto que Ramírez sugiere la idea de «envenenar» los datos, es decir, “darles nuestra propia esencia para lograr resultados más inclusivos y pertinentes a nuestras realidades”.
En este sentido, el investigador menciona: “las bibliotecas deben escuchar a sus comunidades para determinar las necesidades específicas de acceso. Aquí, el Tratado de Marrakech cobra relevancia, pues permite que los usuarios escojan en qué formato recibir una obra. Esto podría incluir libros en formatos sonoros estructurados con guías para saltar capítulos, como si se hojean las páginas de un libro físico.”
El panorama en América Latina, sin embargo, es más complejo. Ramírez hizo hincapié en el papel de la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá – BibloRed. “BibloRed ha sido pionera en implementar estrategias que buscan incluir a todas las comunidades, pero aún queda mucho por hacer”, señaló. En comparación con Europa, donde la implementación del Tratado de Marrakech avanza más rápidamente, en América Latina la falta de recursos y de políticas de inclusión sigue siendo un obstáculo. La cooperación internacional, según Ramírez, es clave para superar estos desafíos y compartir mejores prácticas entre países.
Bibliotecas, comunidades y políticas bibliotecarias
Ramírez plantea la necesidad de capacitación para el personal bibliotecario, no sólo en términos de adecuación de los espacios, sino también en la formación integral que permita una atención adecuada y empática hacia las personas con discapacidad. “Las bibliotecas deben ser lugares donde todos se sientan bienvenidos”, enfatizó.
Además, resaltó la importancia de involucrar a las comunidades en la creación de políticas bibliotecarias. “Las bibliotecas deben funcionar como espacios de diálogo y encuentro, donde las necesidades y realidades de cada grupo se reconozcan y se incorporen en los servicios ofrecidos”, puntualizó Ramírez. “Esta retroalimentación es crucial para diseñar espacios que realmente reflejen la diversidad de la población a la que sirven.” añadió.
Pensar nuevos caminos para eliminar barreras tecnológicas
Así mismo, Ramírez reflexiona sobre la capacidad de las plataformas digitales para facilitar la remezcla de contenido audiovisual, música y datos. En ese sentido, propone una visión futurista donde las plataformas permitan estas combinaciones sin barreras tecnológicas, legales o de habilidades, promoviendo la creatividad y la accesibilidad. Sin embargo, advirtió que este escenario ideal contrasta con las restricciones impuestas por las grandes empresas, que buscan mantener el control sobre los datos y los derechos de autor.
Finalmente, Ramírez abogó por un concepto de «acceso por diseño», donde la accesibilidad sea considerada desde el inicio en la creación de cualquier contenido o herramienta, evitando adaptaciones costosas y tardías. «La verdadera accesibilidad no solo implica formatos accesibles, sino también garantizar que cualquier persona pueda navegar de manera sencilla por un catálogo o llegar fácilmente a la información que necesita», concluyó.
La participación de David Ramírez Ordóñez en la I Bienal de Cultura Escrita de Bogotá resalta la urgente necesidad de avanzar hacia bibliotecas más inclusivas, donde el acceso a la información sea un derecho garantizado para todos los ciudadanos. Con estas reflexiones, esta I Bienal deja una huella profunda en el debate sobre el papel de las bibliotecas en la construcción de sociedades más justas e inclusivas.