En un esfuerzo por prevenir las violencias basadas en género desde el territorio y con enfoque diferencial, Bogotá ha implementado una estrategia innovadora dirigida a las mujeres indígenas Embera. Se trata de Kurmakai Wera, una iniciativa cuyo nombre en lengua Embera significa “Tejiendo historias entre mujeres” y que busca conectar a las participantes con sus emociones, sus memorias y sus historias de vida.
Cada encuentro incorpora elementos simbólicos como el fuego, el agua, las semillas, las flores y, por supuesto, el tejido, que actúan como vehículos de sanación y conexión cultural. Estos espacios son guiados por intérpretes y lideresas indígenas, lo que garantiza una experiencia respetuosa con la cosmovisión de la comunidad y promueve el autocuidado y la sororidad como herramientas de protección colectiva.
La iniciativa nació tras una alerta hecha por las mismas mujeres Embera durante una mesa intercultural, donde expresaron que muchas violencias dentro de su comunidad se normalizan o se silencian. A partir de ese llamado, Kurmakai Wera se consolidó como un espacio en el que no solo se reconocen esas realidades, sino que también se entregan herramientas para transformarlas sin perder su identidad.
Lina Lozano Ruiz, directora de Enfoque Diferencial de la Secretaría Distrital de la Mujer, enfatizó que no se trata de intervenir desde el asistencialismo, sino de prevenir desde el cuidado colectivo: “No esperamos a que la violencia ocurra. Con estos encuentros, prevenimos desde el cuidado, de la mano de las mujeres y desde el territorio”, señaló.
Esta metodología hace parte de la Escuela Amar‑te, una estrategia de la Secretaría que promueve el bienestar emocional y el autocuidado como formas de prevención. Kurmakai Wera es apenas uno de los más de 20 espacios pedagógicos que se implementarán este año con diferentes poblaciones de mujeres en Bogotá.
En todos estos escenarios, la apuesta es clara: cuidar la salud mental y fortalecer el bienestar emocional como caminos hacia la autonomía y la no violencia. Kurmakai Wera demuestra que cuando las estrategias se construyen desde las voces de las propias mujeres, los resultados no solo son pertinentes, sino profundamente transformadores.
