Con un enfoque decidido en la integración energética regional, los ministros de Minas y Energía de Colombia y Panamá se reunieron para impulsar uno de los proyectos más estratégicos para el continente: la interconexión eléctrica entre ambos países. Este encuentro, que tuvo lugar en Bogotá, ha permitido revisar los avances técnicos, regulatorios y socioambientales de una iniciativa clave que busca transformar el panorama energético de la región.

El ministro colombiano, Edwin Palma, y su homólogo panameño, Juan Manuel Urriola, sostuvieron una productiva sesión donde se analizaron los progresos de un proyecto que se gesta desde el año pasado con un claro objetivo: conectar los sistemas eléctricos de Panamá y Colombia. Esta interconexión no solo promete garantizar un acceso a energía más estable y a menores costos para ambas naciones, sino que también busca blindar la región ante las fluctuaciones de precios y optimizar el uso de los recursos energéticos disponibles. Más allá de eso, sienta las bases para el desarrollo a gran escala de fuentes renovables, un componente crucial en la transición energética global.
El respaldo a este ambicioso proyecto es unánime y robusto. Las empresas promotoras, Etesa de Panamá e ISA de Colombia, han reiterado su compromiso y la disposición de sus accionistas para aportar los recursos necesarios. Esto asegura la culminación exitosa de los estudios y las gestiones indispensables para garantizar la viabilidad de la iniciativa. La voluntad política y el compromiso empresarial convergen para acelerar la concreción de este puente energético.
Una Visión Continental para la Energía
El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha sido una voz constante en la promoción de esta interconexión, elevándola a una dimensión que trasciende las fronteras bilaterales. El presidente destacó en X la importancia geoestratégica del proyecto, mencionando conversaciones con Panamá sobre articulación eléctrica y cultural. «La interconexión eléctrica con Panamá es clave para toda América, un eslabón fundamental en la red energética panamericana.» Esta declaración refuerza la idea de que la interconexión no es solo un proyecto binacional, sino un componente esencial para una integración energética más amplia y robusta en el continente.
Durante la reunión, Palma se mostró optimista sobre los avances en armonización regulatoria y consultas previas. Igualmente ambos hitos aseguran la compatibilidad legal y la aceptación social de la infraestructura. “Estos avances en regulación armonizada y consultas previas representan pasos fundamentales. Debemos seguir fortaleciendo la coordinación política binacional para sacar adelante esta interconexión. Desde Colombia, reafirmamos nuestra disposición a continuar abriendo espacios de colaboración con Panamá», afirmó Palma. Él subrayó el compromiso de su país con la cooperación bilateral y la consecución del proyecto.
Un Puente Energético con Impacto Geoestratégico
La Interconexión Eléctrica Panamá–Colombia no solo se alinea con los principios de la Transición Energética Justa. También posiciona a ambas naciones como un puente energético estratégico entre la región andina y Centroamérica. Este rol les confiere una relevancia geoestratégica significativa, al consolidar una visión de futuro basada en la integración, la sostenibilidad y la cooperación regional. Además el proyecto tiene el potencial de convertirse en un catalizador para el desarrollo económico y social, al garantizar un suministro de energía más confiable y sostenible para millones de personas en ambos países. Eventualmente, este impacto se extenderá a toda la región.
La viabilidad de esta interconexión es crucial para enfrentar los desafíos energéticos del siglo XXI, incluyendo la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y la urgencia de descarbonizar las economías. Al optimizar la capacidad de ambos sistemas eléctricos y facilitar el intercambio de energía, se abre la puerta a una mayor diversificación de la matriz energética, promoviendo la inversión en energías limpias y fortaleciendo la resiliencia de la infraestructura ante eventos climáticos extremos. Este proyecto es, en esencia, una apuesta por un futuro energético más seguro, sostenible y cooperativo en América Latina.