El derecho a la salud, la batalla de los Saavedra Mora

El derecho a la salud, la batalla de los Saavedra Mora

Una mala praxis médica, en el colapsado sistema de salud venezolano, le provocó parálisis cerebral a Abdiel, según contó su madre Ana. Ella cruzó la frontera hacia Colombia, junto a él y sus hermanos, Alexei y Alexandra, para que pudiera recibir la ayuda de especialistas. Pero el migrante de 4 años aún espera la cita con neuropediatría que evitará que quede paralizado el resto de su vida. En el caso de Abdiel, el Sistema General de Seguridad Social en Salud colombiano parecehacer casoomiso al fallo de la Corte Constitucional que dictamina que los niños como él tienen derecho a la salud sin importar su condición migratoria.

Abdiel Saavedra Mora (4 años) da algunos pasos gracias a un caminador casero que le hicieron sus padres con tubos plásticos, de policloruro de vinilo, similares a los que se usan para las tuberías. La parálisis cerebral que le fue diagnosticada a los 17 días de nacido le impide controlar sus extremidades. De no recibir tratamiento pronto, su habla y movilidad están comprometidas, incluso su vida. El prestador del servicio en salud, Famisanar Colsubsidio, le negó la atención durante tres meses a pesar que sus padres tramitaron el Permiso por Protección Temporal (PPT) y es beneficiario de la cotización en salud que realiza su padre mes a mes. Actualmente, su nombre está en una lista de espera indefinida para recibir atención en neuropediatría, aunque su familia alerta al personal que trabaja en la EPS Famisanar Colsubsidio de la importancia de ser atendido antes de que sufra más daños irreversibles.

“En el caso del cerebro, después de nacer, la evolución más importante ocurre en los primeros cinco años de vida, hay unos cambios muy importantes, tanto en el tamaño, la constitución y la funcionalidad del cerebro, esto lo conocemos como neurodesarrollo, es la capacidad que tiene el niño para desarrollar su cerebro de acuerdo a las necesidades que él tiene”, explica (1) Mariana Mendoza, neuropediatra egresada de la Universidad Nacional de Colombia.

El día que nació Abdiel, el 28 de mayo de 2018 en Caracas, Venezuela, el personal médico que atendió a su mamá le inyectó metoclopramida, un medicamento que le calmaría las náuseas, síntoma que no tenía, pero que le causó una reacción alérgica que puso en peligro su vida y la de su hijo, en palabras de Ana. Mientras sentía cómo su cuerpo se inflamaba y entraba en labores de parto, la obligaron a caminar por un pasillo hasta otra cama, pero no pudo porque estaba muy débil para moverse y pujar; entonces uno de los doctores decidió extraer al bebé mediante fórceps, una maniobra que está en desuso porque puede provocar lesiones.

“Probablemente la parálisis ocurrió porque el bebé se demoró mucho tiempo en salir, en ese trabajo de parto prolongado los bebés se quedan sin oxígeno suficiente porque ya no están dentro del útero, en donde toman el oxígeno del cordón umbilical. Esa falta de oxígeno es lo que se le llama hipoxia perinatal y eso es lo que causa la parálisis”, aclara Mariana Mendoza.

Abdiel nació sin signos vitales, durante algunos minutos, que parecieron horas, su madre le pidió a Dios que le devolviera la vida. Pero, aunque lograron reanimarlo, el pequeño tenía daños irreversibles en su cerebro. A los 17 días le dieron el diagnóstico, difícil de atender en un país con emergencia humanitaria. “En Venezuela por los paros médicos no pude concretar una consulta pediátrica ni neurológica para mi hijo, me tocó hacerle terapia física por mi cuenta y esto ayudó a que él no tenga inmovilidad”, expresa Ana.

Ana, al ver que tenía pocas posibilidades de ser atendido y sin un trabajo que le permitiera mantener a Abdiel y a sus hermanos, decidió dejarlo todo e irse a Colombia el 31 de diciembre de 2020. “Ese día no me pude despedir de mi mejor amiga. Salimos con tanta prisa porque mamá nos decía que íbamos a llegar tarde, ya estaba oscureciendo”, dice Alexandra (9 años), hermana de Abdiel.

“Nohabía transporte, un señor con un camión súper inmenso (una tractomula) nos ayudó; había alrededor de unos 40 adultos y cuatro niños, los tres míos y otro bebé”, narra con pesar Ana.

 De derecha a izquierda: Alexei, Alexandra y Abdiel mirando televisión en su casa en Bogotá, Colombia.

Recomenzar

El primero de enero de 2021 llegaron a Tame, un municipio del departamento de Arauca. Mientras buscaban donde pasar la noche, una mujer le ofreció amablemente alojarse en su casa, al verla sola con los tres niños, y ella aceptó agradecida. Ese día no podían viajar a Bogotá porque estaban esperando que les giraran dinero para comprar los pasajes y, al ser un día festivo, ninguna empresa de giros prestaba el servicio. Así que el 2 de enero lograron retirar el efectivo y el 3 arribaron a Bosa, una localidad de Bogotá. “Yo estaba asustada, como que ay ¿dónde estoy? Mi abuelo nos fue a recoger para llevarnos a su casa con mi abuela y mi tío. Yo andaba toda asustada, pero también emocionada porque estoy en un nuevo país y quiero ver qué hay fuera, después, no sentí tanta tristeza porque me asomaba, veía a la gente”, comenta Alexandra.

Llegaron sin documentos, apenas la cédula de identidad y las partidas de nacimiento, porque para esa época las instituciones encargadas de gestionar los permisos para salir del país se encontraban cerradas por la pandemia del Covid-19, esto le dificultó a Ana encontrar un empleo y empezó a tener problemas con sus familiares. “Mi abuela y mi abuelo peleaban mucho con mi mamá, este… le decían cosas feas, le decían groserías, nosotros ahí oíamos cosas malas y nosotros estábamos tristes, nos escondían la comida, a veces no comíamos, la muchacha que vivía abajo a veces nos daba comida para que comiéramos”, afirma Alexandra. La situación era violenta y estresante y la niña empezó a manifestar el malestar físicamente. Por esa razón, en mayo, se mudaron a Medellín.

Alexandra Saavedra Mora es la hermana mayor de Abdiel, el momento más difícil que ha tenido que vivir a sus 9 años fue cuando comenzó a perder el cabello. Los primeros mechones se resbalaron entre sus dedos en plena crisis sanitaria por el Covid-19 cuando su rutina cambió radicalmente, le costó adaptarse a las clases virtuales y extrañaba jugar con sus amigos.  Durante esta etapa, Alexandra también presenciaba las continuas peleas entre sus padres que terminaron separándose. De acuerdo con la versión de Ana, todas esas situaciones le provocaron alopecia a su hija.  “Se me caía por acá atrás, yo creo que fue como en Venezuela estudiaba mucho, mucho, mucho, cuando llegué acá se me estaba terminando de caer. Yo me tenía que recoger el pelo como podía, no tenía casi pelo, yo como que ¿por qué se me cae? Y se me caía todo el tiempo, me peinaba y se me caía”, contó Alexandra.  

En octubre de 2021, después de cinco meses viviendo en Medellín, Ana tuvo que regresar a Bogotá porque el dinero que ganaba no era suficiente y sus hijos extrañaban a su papá [2]Rodrigo Saavedra, quien se encontraba radicado en la capital colombiana para ese momento. Alexei (7 años), el segundo hermano de Abdiel, lloraba mucho todas las noches porque extrañaba a su padre.  “Cuando estábamos aquí (Bogotá) a mí me costó poder hablar con mi papá, pero me solté así fácilmente, a mi hermanito Alexei, sí le costó, sí le costó”, manifiesta Alexandra.

                                  Abdiel y Ana juegan al frente de su casa en Bogotá, Colombia.

Un derecho comprometido

Fue hasta el mes de enero del presente año que la familia logró obtener el Permiso por Protección Temporal (PPT), con este documento Rodrigo ingresó a trabajar en un cultivo de flores por un salario mínimo de 1.000.000 pesos o 223 dólares americanos, un ingreso insuficiente en la ciudad más costosa de Colombia y con una familia numerosa. Meses después, en mayo, él registró a los niños como beneficiarios en el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) aportando alrededor de 30.000 pesos o 6,7 dólares mensuales. Pero, aunque la familia está afiliada a la EPS Famisanar Colsubsidio, el único que aparece en el sistema es Abdiel, después de que su mamá insistiera, durante tres meses, en la gravedad de su enfermedad.

La Corte Constitucional de Colombia dictaminó, el 14 de abril de 2021, que el derecho a la salud debe ser garantizado a los niños y adolescentes sin que importe su condición migratoria porque son sujetos de especial protección constitucional. Incluso si Abdiel no tuviera PPT, la Seguridad Social a cargo del Estado debe garantizar su tratamiento, según la sentencia que establece que “no es imputable a los menores extranjeros la condición de irregular en el territorio colombiano”.

Abdiel, tuvo su primera cita con un pediatra el 9 de agosto, después de la lucha de su madre, pero ahora se enfrenta a la larga espera por apertura de agenda para ser atendido por una neuropediatra. La demora se vuelve tormentosa a medida que pasan los meses y su cuerpo no recibe las terapias que necesita. Esta espera también evidencia un síntoma del saturado sistema de salud colombiano.

Sus dos hermanos aún no figuran como beneficiarios del Sistema General de Seguridad Social en Salud, aunque cuentan con PPT y sus nombres aparecen en la nómina que le descuentan a su papá. Ana sigue preocupada porque su hija todavía tiene secuelas de la alopecia y aún no ha podido recibir la atención médica que dictamine un diagnóstico certero. “Me gustaría que esto se solucionara porque mis otros dos hijos necesitan ser valorados por un especialista en salud mental para que les ayude a ver las cosas de otra manera”, puntualizó Ana. La respuesta que le da la EPS es que debe esperar a que aparezcan reflejados en el sistema. 

Para Mariana Mendoza,la migración y la pobreza son factores que influyen en la formación y la conexión neuronal del cerebro de los niños, hay cambios que se pueden evidenciar en su cotidianidad y son circunstancias que pueden influir en su forma de actuar y pensar durante su adultez. Lo anterior, deja entrever lo importante que es una salud mental preventiva o, en el peor de los casos, una atención temprana a cualquier patología que presente un menor de edad. “La salud mental es algo que está poco valorado, porque uno no puede ver inmediatamente el efecto, uno no puede operar un problema de salud mental, entonces dentro de la sociedad es algo que no se valora tanto”, Mendoza.

Por otra parte, Mendoza también resaltó el desarrollo normal que sigue un ser humano hasta terminar su proceso de maduración a los 30 años, generalmente se aprende a razonar, comparar e incluso analizar las posibles consecuencias de las acciones. El momento cumbre para el desarrollo de estas funciones es entre los 7 y 10 años, justamente cuando los niños empiezan su etapa escolar y fortalecen la lógica básica. “Si un niño está desescolarizado y no le enseñan conceptos, por ende, no va a tener el mismo desarrollo de esas funciones que un niño que está en un medio ambiente enriquecido”, concluyó la neuropediatra Mendoza. 

Migración Colombia estima, al corte de febrero de 2022, que en el país hay 602.467 niños, niñas y adolescentes migrantes procedentes de Venezuela. Entre 2019 y 2021, el número de menores de edad que había recibido atención médica era de 365.557, según el Ministerio de Salud. En ese período, los trastornos mentales y de comportamiento repuntaron como principales motivos de consulta de los infantes. Cabe aclarar que, a la publicación de esta nota periodística, no se tuvo respuesta de las cifras más actualizadas debido a que Colombia está viviendo una transición de gobierno.

Las patologías de salud mental por las que más acuden los menores de edad procedentes de Venezuela al SGSSS, según MinSalud, son:

Gráfico tomado del boletín N. 3 “Panorama de salud de los niños, niñas y adolescentes migrantes procedentes de Venezuela” del Ministerio de Salud y Protección Social. El color rosado representa a las niñas y adolescentes y el azul a los niños y adolescentes.

Para la psicóloga Clara Acuña Arias, especialista en procesos de intervención, la salud mental es un tema que se debe tratar desde la niñez, ya que a través de ella se pueden integrar los aspectos físico, social y personal, si esto no ocurre así las habilidades sociales no se van a desempeñar de manera adecuada. “En Colombia no se le está dando la importancia que requiere esta problemática y eso lo vengo discutiendo desde hace años; porque el sistema es desgastante, no es operativo en el sentido que les dé trámite a las cosas, se pierde mucho tiempo y no se trabaja desde la prevención”, comentó Clara. 

Para ella, la principal solución sería una política pública en salud mental desde la prevención, la cual está enfocada en la parte social, trabajar desde las comunidades y ayudarles a construir otro tipo de entorno en donde en su mismo espacio ellos aprendan a hacer otro sistema familiar y social, esto ayudaría a no repetir patrones vistos en la sociedad. 

[1] El nombre fue cambiado a solicitud de la fuente.

[2] El nombre fue cambiado a solicitud de la fuente.

Redacción: 
Tatiana Elizabeth García Benavides
Silvana Julieth Pontón Arias

Fuente: Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.

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By Aura Nelly Díaz

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