La reciente propuesta del Distrito para extender el horario de funcionamiento de bares y discotecas hasta las 5:00 a.m. ha generado una ola de reacciones encontradas en Bogotá. Una de las voces más críticas ha sido la de los habitantes de Suba, quienes aseguran que esta medida no hace más que profundizar un problema que ya los aqueja: la contaminación auditiva. Para muchos residentes, el descanso ya es difícil con los horarios actuales, por lo que consideran que esta extensión agravará aún más la situación.
Según los argumentos del Distrito, la intención de unificar los horarios busca combatir la rumba ilegal y facilitar el control por parte de las autoridades. Gustavo Quintero, secretario de Gobierno, afirmó que la medida permitirá concentrar esfuerzos institucionales y mejorar el orden en la ciudad. No obstante, para los habitantes de Suba, este enfoque parece pasar por alto las condiciones reales de las zonas residenciales donde operan muchos de estos establecimientos.
“Uno entiende que haya que regular, pero esto no puede hacerse a costa de quienes vivimos aquí. ¿Y el derecho al descanso?”, expresó Clara Gómez, líder comunitaria de Suba, visiblemente molesta con la decisión. Los vecinos aseguran que la fiesta no termina a las 3:00 a.m., sino que se extiende con parlantes al aire libre, peleas callejeras y tránsito constante, afectando especialmente a adultos mayores y familias con niños pequeños.
El nuevo decreto también plantea restricciones para tiendas y licorerías, que solo podrán vender licor entre las 10:00 a.m. y las 11:00 p.m. Esta diferenciación ha generado más dudas que soluciones entre la ciudadanía. Algunos temen que se creen zonas “grises” de control, donde las autoridades no tengan claro cómo actuar, lo que podría derivar en un aumento de conflictos y caos en algunos sectores de la ciudad.
Además, la normativa contempla un índice llamado ISCOU, que permitirá hacer seguimiento al impacto de esta extensión del horario. Aunque desde la Alcaldía insisten en que se trata de una medida con vocación de prueba y ajuste, en Suba muchos piensan que ya se están tomando decisiones sin tener en cuenta a las comunidades que más las sufrirán. “Uno se entera cuando ya está todo decidido, y luego quieren que opinemos en una plataforma que pocos conocen”, se queja otro residente.
En medio del debate, hay quienes celebran esta apuesta por una Bogotá más activa y productiva, donde la vida nocturna pueda florecer con reglas claras. Sin embargo, la tensión entre desarrollo económico y bienestar ciudadano sigue creciendo. En localidades como Suba, la sensación es que nuevamente se prioriza el ruido del comercio sobre la tranquilidad de sus habitantes.
